Año tras año se gasta en el mundo cerca de US$8.000 millones en lapices labiales. Una cifra sorprendente para un producto que por siglos fue considerado tabú.

El gusto de las mujeres por pintarse los labios es muy antiguo, incluso en las primeras civilizaciones se hallaron pruebas de esta práctica.

Los primeros indicios del uso de color en los labios se remontan a la antigua Mesopotamia, hace 5.000 años, donde tanto hombres como mujeres se pintaban el rostro. Se cree que los antiguos sumerios fueron los primeros en inventar un pintalabios, aunque pasarían muchos siglos antes de que este producto adquiriera su reconocida forma tubular.

También variaría mucho a través de la historia el contenido de la pintura utilizada. El ejemplo más famoso es el de Cleopatra, cuyo pintalabios estaba hecho de escarabajos y hormigas.


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El lápiz labial sólido se inventó en el siglo X en Medio Oriente, durante la Era de Oro islámica. Tenía forma de crayón y estaba envuelto en seda, así que era frágil y no era fácil de trasladar. Muchos historiadores atribuyen su creación al cosmetólogo árabe Abu al Qasim al Zahrawi. En Europa, pintarse los labios se hizo popular en el siglo XVI cuando la reina de Inglaterra, Isabel I, impuso la moda de pintarse el rostro de blanco y los labios de rojo brillante.


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En los siglos posteriores, el uso de lápiz labial estuvo mal visto. Se consideraba que solo los actores y los grupos marginales, como las prostitutas, usaban cosméticos. Además, estos productos comenzaron a fabricarse utilizando materiales tóxicos, como el plomo y el bermellón.

Quizás el uso más interesante del lápiz labial es el que le dieron las sufragistas en Estados Unidos, que desafiaron esa prohibición machista. Para ello contaron con el apoyo nada menos que de Elizabeth Arden, quien ya estaba rompiendo estereotipos al convertirse en una empresaria que fabricaba y vendía cosméticos. En 1912, Arden repartió pintalabios rojos a las sufragistas que marchaban por las calles de Nueva York para exigir el voto femenino.


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El negocio despega

Pero Arden no fue la primera que comercializó este producto de belleza. Fueron los franceses, más específicamente la compañía de cosméticos Guerlain, los que empezaron a vender lápiz labial en 1870. El primero se llamó Ne m‘Oubliez Pas (No me olvides).

Otro momento importante en el desarrollo de este producto fue la invención del contenedor metálico en forma de tubo, aún utilizado hoy, que hizo posible que el pintalabios se pueda llevar en la cartera. El icónico envase fue creado en 1915 y muchos atribuyen su invención al estadounidense Maurice Levy. En 1923 el primer contenedor giratorio fue patentado, también en EE.UU., por James Bruce Mason Jr.


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Según la empresa de análisis de mercado P&S Market Research, uno de los motivos por los que los lápices labiales siguen siendo tan populares es su accesibilidad. "Es uno de esos productos de estilo de vida que es asequible para todo individuo de cada sección de la sociedad", señaló en un informe sobre esta industria. Además, explicó por qué pronostica que la demanda por este producto, tan antiguo, seguirá aumentado.

"El mayor número de mujeres trabajadoras (...) la creciente urbanización, la mejora en el estilo de vida y la tendencia a publicar fotos en las redes sociales son los factores clave que fomentan el uso", afirmó.


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